8 de abril de 2012

Benedicto XVI en México, ¿cuestión de fe u oportunismo político?


Por Helena Lozano Galarza, NEWSWEEK

A escasos días de que inicien las campañas políticas para la presidencia de México y con el país sumido en una espiral de violencia e impunidad, el jefe del estado vaticano, Benedicto xvi, visitó la tierra que su antecesor, juan pablo ii, le encomendó especialmente en sus manos.
En el que supone su vigésimo tercer viaje en sus casi siete años de pontificado, y el primero a un país de habla hispana en América Latina, Benedicto XVI llegó a la ciudad de León —esta­do de Guanajuato— acompañado por el secretario del Estado Vaticano, Tarcisio Bertone, el portavoz Federico Lombardi y miembros de su departamento, para dar un mensaje de esperanza con el que invitó al pueblo mexicano y de América Latina a “mirar dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor”. También les recordó que cuando se trata de la vida personal y comunitaria en su dimensión más profunda, “no bastarán las estrategias humanas para salvarnos”.
Su visita tuvo lugar en el estado de Guanajuato del viernes 23 al lunes 26 pasados y supuso la reunión de la comunidad católica del país —la segunda más numerosa del mundo después de Brasil— en torno a actividades como la ceremonia de bienvenida en el Aeropuerto Internacional de Guanajuato; el recorrido de 38 kilómetros en el Papamóvil; la entrega de las llaves de la ciudad de León; el saludo a los niños en la Plaza de la Paz; la santa misa en el Parque Bicentenario; la Celebración de las Vísperas con los obispos de México y América Latina en la Catedral de León; y una espontánea despedida organizada por los fieles al son del mariachi.
Mientras tanto, a 362 kilómetros de Guanajuato, estado de tradición conservadora, en la Ciudad de México la opinión pública y las víctimas, no solo de la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico —emprendida desde 2006 por el gobierno de Felipe Calderón—, sino también las víctimas del pederasta Marcial Maciel, fundador de la congregación de los Legionarios de Cristo, y uno de los miembros favoritos del clero latinoamericano para el hoy beato papa Juan Pablo II, manifestaron su deseo y la urgente necesidad de que S. S. no solo hiciera mención de una realidad tan cruda, sino que dedicara unos minutos para reunirse con aquellos que parecieran haber sido olvidados por Dios.
Entre las voces que se alzaron clamando justicia, están las de periodistas de investigación como San Juana Martínez y Carlos Fazio, el exsacerdote Alberto Athie, los ex legionarios José Barba y Juan José Vaca, el académico Fernando González y el poeta y activista Xavier Sicilia, entre otros que se hicieron escuchar a través de cartas, que fueron enviadas a las autoridades eclesiásticas, e informes y libros que se publicaron en México.
A la par de la visita del Papa, el Senado de la República trabajó en torno a un asunto que le compete directamente al Vaticano y a la jerarquía católica de México: la reforma de los artículos 24 y 40 de la Constitución Mexicana que conceden abiertamente la práctica de cultos religiosos en público o privado, y apuntalan la laicidad del Estado, respectivamente.
¡BENEDICTO, HERMANO, YA ERES MEXICANO!

Pese a que la figura del Papa es admirada y querida por el solo hecho de ser la cabeza de la Iglesia católica, las expectativas de atraer a multitudes de fieles con la visita de Benedicto XVI no eran muy altas, pues desde que inició su mandato, su poco carisma y la sombra de Juan Pablo II —considerado el “Papa amigo” y el papa de los jóvenes”— no le han permitido gozar de la misma popularidad. Sin embargo, tal parece que en los días en que estuvo en México logró desper­tar el entusiasmo de aquellos que, más allá de la figura del Papa, encuentran en la religión un motivo de fe y esperanza.

En torno de las 4:30 de la tarde el papa Bene­dicto XVI fue recibido en el Aeropuerto Internacional de Guanajuato por el presidente de México Felipe Calderón, quien estuvo acompañado por miembros de su gabinete como el presidente del Senado de la República, José González Morfín; el presidente de la Cámara de Diputados, Guadalupe Acosta Naranjo, y el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, para darle la bienvenida al jefe del Estado Vaticano.
“Lo recibe, Su Santidad, un pueblo que ha sufrido mucho por diversas razones, y que a pesar de ello hace enormes esfuerzos todos los días para llevar el alimento a la mesa de la casa, para educar a los hijos, para sacar adelante a la familia”, aseguró Calderón, y agregó que en los últimos años el país también ha sido presa de las sequías e inundaciones y de “la violencia despiadada y descarnada de los delincuentes”, pues “el crimen organizado infringe sufrimiento a nuestro pueblo y muestra hoy un siniestro rostro de maldad como nunca antes”.
Ante dichas palabras, el Papa se dijo agradecido de poder realizar el sueño que desde hacía tiempo tenía “guardado en su corazón” y deseoso de poder “estrechar las manos de todos los mexicanos y abarcar a las naciones y pueblos latinoamericanos”. Autodenominándose como peregrino de la fe, la esperanza y la caridad, llamó a los pueblos latinoamericanos a que “continúen avanzando sin desfallecer en la construcción de una sociedad cimentada en el desarrollo del bien, el triunfo del amor y la difusión de la justicia”.
También prometió a los mexicanos pedirle encarecidamente al Señor y a la Virgen de Guadalupe por “quienes más lo precisan, particularmente por los que sufren a causa de antiguas y nuevas rivalidades, resentimientos y formas de violencia”.
Con ello, el también denominado Vicario de Cristo marcó el comienzo de una visita que en su primer día culminaría con un recorrido de 38 kilómetros entre gritos de “viva Benedicto”, hasta llegar al Colegio Miraflores donde se hospedó durante su estadía en el país.
En su segundo día ofreció una santa misa en privado para las monjas de la congregación del Colegio; recibió en la Puerta del Milenio las llaves de la ciudad de León de manos del alcalde del municipio, Ricardo Sheffield Padilla; sostuvo un encuentro privado con el presidente Felipe Calderón en la Casa del Conde Rul de Guanajuato en el que ambos mandatarios hablaron sobre la situación actual de los conflictos en el mundo y los desafíos globales que actualmente se enfrentan, como el cambio climático y sus efectos, la lucha contra el hambre y la seguridad alimentaria, la necesidad de lograr un tratado internacional sobre comercio de armas pequeñas y ligeras debido a que su proliferación ha favorecido al crimen organizado y el deseo de avanzar hacia un desar­me nuclear, entre otros. Para finalizar la jornada, llevó a cabo un encuentro con los niños en la Plaza de la Paz mediante el cual les recordó que ocupan “un lugar muy importante en el corazón del Papa” y les aseguró que no están solos porque “cuentan con la ayuda de Cristo y de su Iglesia para llevar un estilo de vida cristiano. A su vez, los invitó a tener a Jesús como el mejor de sus amigos y a rezar continuamente en casa.
El domingo 25 sobrevoló en helicóptero el Cerro del Cubilete para bendecir el monumento de Cristo Rey, y tuvo lugar el acto más esperado por el la comunidad católica de México, la santa misa en el Parque Bicentenario a la que además de los 650 000 fieles, asistieron personajes del ámbito político y empresarial del país como los cuatro candidatos a la Presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota (PAN), Enrique Peña Nieto (PRI), Andrés Manuel López obrador (PRD) y Gabriel Quadri de Nueva Alianza.
Después del discurso de bienvenida del arzobispo de León, Martín Rábago, en el que una vez más le recordó que en los últimos años el país ha vivido una dramática realidad que tiene raíces en la pobreza, la falta de oportunidades, la corrupción, la impunidad, la deficiente procuración de justicia y el cambio cultural, Benedicto XVI dio inicio a la santa misa en la que alentó a los presentes a pedirle a Cristo por un corazón puro en donde pueda habitar como “príncipe de la paz”, y a la Virgen María que los ayude a purificar sus corazones para que “lleguemos a participar mejor en el misterio salvador de su hijo”.
Por la tarde celebró las Vísperas con los obispos de México y América Latina en la Catedral de León y por la noche iluminó el monumento del Cristo Rey y recibió una visita sorpresa en la que los fieles, al son del mariachi, le agradecieron por su presencia y el Papa, portando un sombrero de charro, aseguró que México estará siempre en su corazón y que ahora entiende por qué Juan Pablo II dijo: “Yo me siento un Papa mexicano”, para a los pocos minutos retirarse a descansar y partir a la mañana siguiente a Cuba.
LAS VÍCTIMAS “OLVIDADAS” POR DIOS

“…Dado que el Papa ha efectuado reuniones con víctimas de abusos sexuales, perpetrados por clérigos católicos, en cada uno de los países que ha venido visitando, estimo que esta visita papal a México sería una extraordinaria oportunidad para que el Papa diera a conocer, de una forma significativa, cuánto la Iglesia católica estima prestar atención a estas víctimas y mostrar su preocupación por los graves daños infligidos a ellas…”, reza inicialmente el correo electrónico que Juan José Vaca, ex legionario de Cristo y víctima de Marcial Maciel, envió al nuncio apostólico Christophe Pierre por internet.

Sin embargo, Federico Lombardi argumentó a la prensa mexicana que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) no solicitó el encuentro de las víctimas con el Papa, mientras que monse­ñor Víctor René Rodríguez, secretario general de la CEM, aseguró a Newsweek en Español en entrevista que ellos tampoco recibieron ninguna petición del pueblo mexicano al respecto.
“El Papa nunca se negaría a encontrarse con cualquier integrante del pueblo de Dios que sufre, pero no recibimos petición alguna, y por otro lado, no es que no seamos sensibles ante quienes sufren, pero este no es un problema de alta incidencia en el pueblo de México y hay que darle tratamiento de acuerdo a su dimen­sión”, explicó.
Entonces, ¿quiere decir que no son suficientes ni una, ni dos, ni cientos de víctimas para acusar de pederastas a quienes violaron sistemáticamente a seminaristas, jóvenes y niños indefensos? Al parecer no, y quizá por eso se les negó el derecho a expresarse, a ser reconocidos y a recibir una disculpa pública como un mínimo signo de desagravio, mismo que aún después de cuatro años de la muerte de Maciel, no ha llegado.
Según expresó a la prensa mexicana el exsacerdote Alberto Athie, junto a los ex legionarios José Barba y Juan José Vaca, autor del libro La voluntad de no saber, que se presentó en León al siguiente día de la llegada del Papa, “Ratzinger dejó de lado una gran oportunidad para tener un encuentro con las víctimas, pedirles perdón, reconocer su responsabilidad y asegurarles que eso no volverá a suceder”.
A través de 212 documentos procedentes de archivos confidenciales del Vaticano, el libro pone en evidencia que con la entrega de un informe fechado en 1956 y redactado por el sacerdote y visitador del Vaticano Anastacio Ballestero, la Santa Sede tuvo conocimiento desde 1956 de los delitos, abusos sexuales a menores, relaciones con mujeres y la adicción de Marcial Maciel a derivados de la morfina.
“¿Con qué cara y con qué moral puede dirigir discursos a los niños cuando calla sobre la pederastia?, en ese sentido los silencios de Ratzinger dicen mucho más que los discursos”, dijo en entrevista el periodista y catedrático Carlos Fazio, autor del libro El eje Wojtyla-Ratzinger: ¿La Dictadura del Papa?, también publicado en marzo de este año al tiempo que tuvo lugar la visita de Benedicto XVI a México.
En él Fazio hace un seguimiento de la figura de Karol Wojtyla en sus viajes por América Latina y plantea la idea de un eje o proyecto continuista de neocristiandad trazado por ambos papas al puro “estilo estalinista” que supone la idea de Ra­tzinger como el hombre que normalizó a la Igle­sia sacando de su paso a los incómodos; uno de ellos Leonardo Boff, teólogo y fundador brasileño de la Teología de la Liberación, que por sus planteamientos e ideales fue llevado al banquillo de la inquisición.

LA REFORMA DE LOS ARTÍCULOS 24 Y 40: ¿UN REGALO DE DESPEDIDA?


Un día después de la partida de Benedicto XVI a Cuba el Senado de la República aprobó la reforma de los artículos 24 y 40 de la Constitución Mexicana que establecen la libertad religiosa y refrendan el carácter laico del Estado Mexicano.

El artículo 24 fue aprobado por 72 votos a favor y 35 en contra, especifica entre sus modificaciones el “derecho de practicar, individual o colectivamente, tanto en público como en pri­vado las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o una falta penados por la ley”, y mantiene la prohibición de utilizar el derecho de culto con fines políticos, de proselitismo o propaganda política.
Por su parte, la reforma al artículo 40 tuvo 97 votos a favor, tres en contra y una abstención y supuso la introducción de la palabra “laica” en su contenido: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.
Ambas surgieron como respuesta a la declaración del cardenal Norberto Rivera, quien se pronunció en febrero pasado para que se demuestre en México “madurez cívica” comprendiendo que la Iglesia católica no tiene intenciones de remover el carácter laico de la educación pública ni interferir en los asuntos que le competen al Estado, pero sí que se le “reconozca el derecho humano de todo ciudadano a la libertad religiosa”.
Sin embargo, opositores a la reforma asegura­ron que va en contra de la naturaleza de un Estado laico y devuelve concesiones a la Iglesia, pero además da paso a que en un futuro también se solicite la revisión de los artículos 1, 3, 5, 27, y 130 de la Constitución. “Las reformas abren la puerta a un retroceso en materia de Estado laico y están a todas luces ligadas a intereses políticos, podemos considerarlas como el regalo de despedida del Papa por parte del PRI y del PAN”, aseguró Fazio.
Al respecto, monseñor Víctor René Rodríguez dijo que las reformas están totalmente desligadas de la visita del Papa, pero que, en efecto, “muchas cosas tendrán que ir cambiando porque la ley no es perfecta y deberá ir adecuándo­se a los tiempos que se viven”.
Muchas interrogantes quedan tras la partida de Benedicto XVI, pues a pesar de que la Santa Sede y el gobierno de Felipe Calderón insisten en que la visita del Papa en fechas electorales fue pura casualidad, se hace evidente que en una vi­sita de un jefe de estado no hay minucias que se escapen, sino que ex profeso se planean detalles como las fechas, e incluso, se estudia el contenido de los discursos que se pronunciarán.
También resultan un tanto dudosos los argu­mentos del peligro que representa la altitud de la ciudad de México para la salud del Papa en torno a la elección de Guanajuato como estado anfitrión de su visita —el cual ha sido gobernado por el PAN en los últimos 20 años y que es histórica­mente conservador— y la negativa de que fuera en la capital del país donde reciamente se aprobaron la ley del aborto y el matrimonio gay.
Pero todavía más incomprensible es el que se haya ignorado la petición de reunirse con las víctimas de la pederastia en México, que es el sitio en donde detonaron los escándalos por dicha práctica, cuando sí lo ha hecho ya en varios países de Europa y Estados Unidos. ¿Será que, como dijo Boff cuando fue acusado, el Papa continúa viendo a América Latina desde la ventana del Vaticano?

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